La crisis de la «cultura letrada» en la escuela y Jesús Martín-Barbero

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La escuela en la actualidad (curiosamente utilizo esa palabra) al decir de Ken Robinson[1], sigue estructurada bajo la lógica ilustrada, decimonónica y unidireccional de antaño, lo que conlleva a que podamos constatar ciertos desajustes en lo que se enseña, como se enseña y el contexto en que ese proceso de enseñanza-aprendizaje se instala. Contexto que a decir de José Joaquín Brunner  (sociedad de la información y el conocimiento) se caracteriza por que “hoy estamos a las puertas de una revolución educacional. Tanto en el contexto en que opera la escuela, como los propios fines de la educación, están siendo transformados drástica y rápidamente por fuerzas materiales e intelectuales que se hallan fuera del control de la comunidad educacional y cuyos efectos sobre ésta serán inevitables. En primer lugar, el conocimiento deja de ser lento, escaso y estable. Por el contrario, está en permanente proceso de expansión y renovación. Se estima que la riqueza global del conocimiento acumulado se duplica actualmente cada cinco años. La Universidad de Harvard demoró 275 años en completar su primer millón de volúmenes; reunió el último en solo cinco años.  Las revistas científicas han pasado de diez mil en 1900 a mas de cien mil en la actualidad.  En el caso de las matemáticas, un analista señala que se publican anualmente 200.000 nuevos teoremas. Y las publicaciones de historia de sólo dos décadas –entre 1960 y 1980-  son más numerosas que toda la producción historiográfica anterior, desde el siglo IV a.C.  También la especialización es cada vez más pronunciada y pulveriza el conocimiento hasta el infinito. Un estudio de comienzo de los años noventa identifica 37.000 áreas activas de investigación científica, todas ellas en plena ebullición. Sólo en la disciplina de las matemáticas existen más de 1.000 revistas especializadas, las cuales califican la producción  de la disciplina en 62 tópicos principales, divididos,  a su vez, en 4.500 subtópicos”[2]

Dentro de este marco se producen ruidos e incluso choques entre los estudiantes afectados (término que utilizo sin carga negativa) por la mayor cantidad de estímulos que se hayan visto en la historia y una escuela que todavía es depositaria  de la tradición letrada que por su propia anacronía transforma, sin quererlo, al libro en enemigo del estudiante.

En ese sentido la opinión de Jesús Martín-Barbero adquiere importancia al señalar que no podemos culpar la (obvia) seducción de las tecnologías (yo no puedo, me distraigo al escribir este ensayo con las mismas), sino al equivocado enfoque que damos a la significación de la palabra escrita como rectora del modo de comprender el mundo cual astro en torno al cual todo conocimiento válido, formal y acreditado debe girar. La escuela sigue esa línea. Se condena a la tecnología, se lucha contra el smartphone, se utiliza el laboratorio de computación en momentos acotados y con una intención clara de validar un uso teatral de la tecnología (al decir de Martín-Barbero un “uso instrumental”), que no integra naturalmente a las mismas en el proceso de enseñanza-aprendizaje, no haciéndose cargo del significado que tienen en el contexto actual, haciendo resistencia inútil ante estos nuevos dispositivos culturales que han llegado para quedarse.

¿Qué hacer?. Martín-Barbero propone dos salidas interesantes. La primera tiene que ver con una discusión respecto de la inclusión de las tecnologías, que implica necesariamente una revisión del enfoque del ecosistema comunicativo del que tiene que hacerse cargo  la escuela y una bajada de dicha discusión a los PEI de la misma.

Al respecto me gustaría hacer dos apreciaciones relativas al contexto chileno. En primer lugar en Chile llevamos tiempo discutiendo el ¿cómo enseñar? Pero no hemos vuelto a revisitar el ¿qué enseñar? O ¿para qué enseñar? En ese sentido el texto de Marín-Barbero me hace sentido, porque finalmente la discusión respecto del cómo enseñamos se dirige justamente a aspectos instrumentales de la educación y no afecta a la matriz (también en el entendido que lo define Martín-Barbero en el texto “Lo popular que nos interpela desde lo masivo” al decir que matriz “no es evocar lo arcaico, sino hacer explícito lo que carga el hoy”) que es justamente donde se aloja el sentido que la educación debería tener respecto a lo que significa que siga funcionando en una sociedad de la información y el conocimiento. Mal que mal si bien autores como Bourdieu[3] señalan que la escuela tiene efectos reproductores hay quienes sugieren desde el nicho de la pedagogía crítica que es la escuela justamente LA institución que tiene capacidad de transformarse a sí misma y los profesores deben ser “intelectuales transformativos”[4]. Todo lo anterior me lleva a pensar en una potencialidad en un momento en que el debate nacional gira en torno a educación, ¿Por qué no revisitar la matriz educativa e interpelarla respecto de su relación con las tecnologías, a su ecosistema comunicativo y su anquilosada pleitesía a la palabra escrita?. El momento histórico es llano.

Respecto del segundo punto algo ya señalé, los profesores si se asumen como “intelectuales transformativos” pueden y deben repensar la escuela en esta clave significante y simbólica que significa la “institución educativa” en la “sociedad de la información y el conocimiento” no derogando la palabra escrita, sino resignificándola y haciéndose cargo de la integración natural, no disruptiva de los nuevos dispositivos culturales tecnológicos en sus proyectos educativos, que mal que mal, constituyen la promesa, que debería ser contextualizada y flexible,  que realizan a su comunidad escolar y que tiene la obligación de cumplir.


[2] Brunner, José, Joaquín Citado en Magendzo, Abraham ( 2008): Dilemas del currículum y la pedagogía: Analizando la Reforma Curricular desde una perspectiva crítica. Santiago. Lom ediciones. P. 27.

[3] Bourdieu, Pierre, et. al.(1998): La Reproducción: Elementos para una teoría para el sistema de enseñanza. Fontamara, México y Bourdieu, Pierre (2008): Capital cultural, escuela y espacio social. Siglo XX!, México.

[4] Giroux, Henry(1997): Los profesores como intelectuales transformativos. Pp. 60-66.En http://www.colegiodeprofesores.cl/docencia/pdf/15web/Profesion%20Docente15/Henry%20A.%20Giroux-15pdf. Giroux, Henry(1995): Teoría y resistencia en la educación: una pedagogía para la oposición. Siglo XXI, México, 1995.

El modernismo según José Martí

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Me resulta interesante enmarcar el texto de José Martí: (introducción de) «El Poema del Niágara” en lo que Marshall Berman y otros denominan como “La modernidad como experiencia”[1]. Ésta una experiencia participada del espacio y del tiempo. Ser moderno sería un “situarse” que permite la conversión y, a la vez, la propia abstracción, es una experiencia trascendental, es vivir en la paradoja y la contradicción. El ser humano estaría sometido por las organizaciones burocráticas que controlan la vida y, sin embargo, se enfrenta a esas fuerzas. Seríamos, al decir de Berman,  simultáneamente revolucionarios y conservadores.

Ahora bien, me resulta sugerente entender la modernidad como modernismo, el que debe,  a su vez, ser traducido como la expresión de la modernidad en el campo del arte y de la literatura en específico. Se trata de un movimiento extasiado por la técnica y el avance arrollador del capitalismo. El proceso de modernización (desarrollo económico, atomizando la distinción echa por Habermas[2]) se propaga para abarcar todo el mundo y la cultura mundial de modernismo logra triunfos espectaculares en el arte y el pensamiento: en un paisaje de máquinas de vapor, fábricas automáticas, vías de tren, ciudades enormes. El modernismo es una fascinación ante lo nuevo y también una exacerbación de sus posibilidades.

Sin duda, en este marco se inserta la introducción al Poema del Niágara que escribe José Martí. En que confronta  la paradoja, en un mundo en que aparece “Una naturaleza contradictoria” en una “época de elaboración y transformación espléndidas[3] en que especialmente los poetas se ven desconcertados, pero no en la medida de la ingenuidad, sino en el cambio de escenario intelectual. Desde, incluso, el espacio físico y temporal íntimo del escritor, del intelectual, que ya no puede (y quizás no quiere) hacerse cargo de «tocar todas las verdades» (como Andrés Bello que lo asumía como misión fundacional) . Los ritmos del mundo moderno, en que citando a Marx parecería que “todo lo sólido se desvanece en el aire”, hacen que las preocupaciones sean más específicas y mutables. Ya no se puede aspirar a crear obras de un orden mundial, de verdades generales y permanentes, la velocidad de los cambios impide a los intelectuales (y en buena hora) en un cubículo personal generar grandes creaciones generales. Martí nos presenta entonces un escenario móvil e incierto. Pero nuevamente como experiencia y oportunidad. Nos dice el odio es inmóvil, al amor no.

Martí también nos señala o da a entender una cierta especialización del trabajo intelectual y/o literario hay “un desmembramiento de la mente humana”, ya no podemos arrogarnos la ambición de tocar todas las verdades. Otro escenario es el de Martí, ahora uno más disgregado, no hay un “Pangea intelectual”. “Otros fueron los tiempos de las vallas alzadas; éste es un tiempo de las vallas rotas”.

Pero también y en perfecta concordancia con lo anterior José Martí nos anuncia la nueva estética intelectual que representa la prensa, y que en esta nueva deriva continental del pensamiento moderno inserta en el proceso de modernización se permite que “El periódico desflora las ideas grandiosas”. Las ideas son muchas y mutables a ritmos hasta entonces insospechados. Este escenario planteado por Martí también asume la expansión del acceso a la cultura. “Ha entrado a ser lo bello dominio de todos”. Hay una incipiente idea de cultura de masas y de fin del positivismo y las eminencias.

Es a la luz de la lectura del texto de Martí, que constato también una mayor sensibilidad en el terreno de las palabras, los sentimientos son más y más profundos. Hay una mayor conciencia del escritor como tal, mana la figura de un escritor moderno. Figura solitaria, no tan política (en el sentido de Bello o Sarmiento por ejemplo), más marginal, más problemático – problematizador ya que se vincula incómodamente con su contexto. Sin ganas de echarse encima su peso histórico y cultural (a diferencia de Bello), es un escritor más atormentado, más frágil, oscilante. Hay añoranza de viejas hazañas por un lado, pero hay esperanza en el trabajo “disgregado – abarcador” en el diario como nuevo dispositivo cultural. En definitiva también emerge o se erige un sujeto más a merced del mercado en una experiencia contradictoria con la modernidad.


[1] Berman, Marshall: “Brindis por la modernidad”. En: Casullo, Nicolás (compilador); El debate modernidad-posmodernidad. Buenos Aires. Ediciones Punto Sur. 1989. Pp. 67-91

[2] Habermas, Jürgen: “La modernidad: Un proyecto incompleto”. En: Casullo, Nicolás (compilador); El debate modernidad-posmodernidad. Buenos Aires. Ediciones Punto Sur. 1989. Pp. 136-235

[3] Todas las citas en cursiva corresponden a Martí, José: “El Poema del Niágara” (extracto). En Obras Completas, vol. 7. La Habana. Editorial Nacional de Cuba, 1963. Pp. 221-231.

EL GRITO DEL AMOR…

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Escribir un post dedicado al Rock me obliga a opinar primero, no respecto a un grupo, solista o disco. Sino sobre un libro. La obligación de revisitar precisamente este, nace desde la emoción del recuerdo de una época en que empecé a sentir el Rock como una herramienta para ver, analizar, vivir y enfrentar al mundo. Este libro me interpreta, me explica mucho de lo que sentí, creo que mucho de lo que sienten los amantes del Rock.
Recuerdo que en mi etapa de universitario la cátedra de “Historia del Rock” en la facultad de Filosofía y Humanidades de “la Chile” era una de las más concurridas, a pesar de tener un horario muy incómodo para cualquier estudiante. El profesor, un treinteañero que no tenía apariencia de seguidor o cultor del Rock, realizaba una clase magistral temática relativa a distintos íconos o movimientos del rock enlazándolos con su contexto de manera notable, académica y con una mirada épica.
Así me enteré del libro de este profesor (Fabio Salas): “El grito del amor: Una actualizada historia temática del rock”. Esta obra vio la luz por el año 1987 y como buena representante de la contracultura, durante esa época vivió la censura o por lo menos la escasa difusión formal, lo que no impidió que subcutáneamente pasara de mano en mano y se fotocopiara descaradamente.
Salas organizó su información (que es mucha), presentando cronológicamente el derrotero del Rock durante el siglo XX, a través de un extenso análisis bibliográfico, de la lírica de las canciones, de citas de creadores, de entrevistas a músicos, etc. Asi conocemos su tesis respecto al origen del “Grito del amor” hasta exhibir el tránsito que significó dejar de ser una forma o estilo de música para transformarse en “el factor que mejor revela el carácter existencial de la era actual. El Rock es una referencia directa a nuestra propia vida”.
Desde la etapa preconciente, pasando por la intelectualización y la liberalización del Rock, circulando por su combativa manifestación latinoamericana y chilena de los sesentas, setentas y ochentas. Peregrinando por entrevistas a los actores musicales chilenos y por dos apéndices actualizados que se agregaron en la edición Lom de 1998, este libro se lee con placer, emociona y proporciona un buen marco para reflexionar en torno a los que nos convoca en este espacio…

Somos muchos y llevamos el signo en la frente. Mucha historia y vida personal hemos visto a lo largo de la marcha. Pero nos une el espíritu de una hermandad que no sabe de colores ni razas ni fronteras. No somos chilenos ni españoles ni mexicanos ni italianos, ingleses o argentinos. Y tenemos una sola patria: el Rock And Roll.” (Fabio Salas Zúñiga)

Ficha: “El grito del amor: Una actualizada historia temática del rock”. Lom ediciones, Santiago 1998, 260 p.

“CUENTOS DE MUJERES SÓLO PARA HOMBRES” de Sofía Toro, un mensaje directo del alma femenina.

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Al leer “Cuentos de mujeres sólo para hombres” dos extrañas sensaciones me embargan. Por un lado, percibo una suerte de deslealtad por parte de la autora con su género al relatar, en cuentos de cortísima extensión, tremendas historias propias del íntimo universo femenino. Es así, como hace público relatos de vida agónicos, desgarradores que en muchos de los casos la propia imposibilidad de divulgarlos, otorga un mínimo de reposo. En otro sentido, constato que la carga que significa guardar en lo profundo del alma las penurias, humillaciones, marginaciones y maltratos (físico y sicológico) que gran número de mujeres han sufrido y sufren de manera reiterada y silente, necesita, de una u otra forma, liberarse y es probable que a través de cuentos, que plasman esta realidad en forma descarnada y directa, algo de ésta emancipación se logre. Creo que bajo esta lógica, Sofía Toro pone énfasis en las experiencias propias de la mujer latinoamericana, las que plasma en historias que reflejan un gran abanico de realidades en la región. A pesar de lo anterior, sobresale un hilo conductor que se desprende del esfuerzo de estas mujeres para tratar de sobrellevar las enormes dificultades cotidianas.

Estos cuentos dedicados con algo de nostalgia, ira y amor a mi género no han sido escritos con eufemismos o bordeando cínicamente la intención propia de la autora, sino más bien, tienen una clara prosa que no acepta ambigüedades, aún así lo poético aflora. Son ocho los relatos que nos transportan (como diría una amiga) “cuesta adentro” del alma de la mujer latinoamericana. En “La coronela” se nos presenta el tormento interno que sufre una “sobresaliente” torturadora que busca la redención, la que obtiene en principio trágicamente, pero finalmente a través de un mágico renacer que espera una mejor elección de vida. En “Nube” una discriminada indígena ecuatoriana, inserta en la urbe, casada con un hombre despreciable, opta por salvar la vida de la única persona que la ha tratado humanamente, vida que ella misma y casi inconscientemente, había puesto en peligro por medio de la brujería. Los sueños propios de una mujer que vivió intensamente la década de los sesentas y el aplastamiento de ellos en el decenio siguiente, enfrenta esas viejas utopías con la sociedad neoliberal individualista del Santiago actual en “Angélica cuando te nombro”. Seguramente “Aquella lluvia de papel” es el mensaje más directo para los hombres que no comprendemos el sufrimiento cotidiano de la esforzada mujer en nuestro hogar y el tedio que ello significa, incomprensión acompañada de una descarada indiferencia “Fue y fueron las carreras del baño al lavaplatos y al lavatorio y a bañarme y a cocinar y a lavar… Cuando el cansancio físico nos hace infelices, el alma se nos va escapando por los ojos, por las manos, por las yemas de los dedos…Es allí donde duele al alma, herida con el jabón barato y el sucio de los platos”. El amor perdido por las circunstancias propias de la época del setenta afecta a una exiliada chilena que se enfrenta con sus recuerdos en un viaje en plenos años noventa a nuestro país, fantasma que solo ahuyenta el fruto de ese amor: su hijo, es el relato contenido en “La respuesta”. El dramático proceso que significa optar por el aborto y el inmediato momento posterior nos es descrito con maestría y en pocas páginas en “Una estrella para Silvia”, en este cuento la protagonista que sufre este trance recibe un hermoso consuelo: “Mira esa estrella pequeñita allá lejos. Pienso que se te parece… mírala…verás la sonrisa del hijo que tendrás el día de mañana, un hijo del amor” . El inmenso mundo de la magia propio de nuestra región y su influencia en nuestra mujer se revisa en “Vaticinio”. “Ecce Hommo” es el cuento que cierra la serie y nos enfrenta nuevamente con los traumas del exilio y la muerte, el relato que utiliza reminiscencias bíblicas, otra vez otorga importancia a la figura del hijo.

“Cuentos de mujeres sólo para hombres” es el diario de vida que no queremos leer y que la gruesa y raída venda que significa la tradición machista propia de nuestras sociedades latinoamericanas no quiere que hojeemos. Este diario es un acicate, una sacudida a nuestra inmovilidad y desidia ante las terribles injusticias que Sofía Toro relata de manera desgarrada y casi biográfica.

Ficha: Sofía Toro: “Cuentos de mujeres sólo para hombres”. Ril editores. Santiago 2003, 87 páginas.

PUBLICACIONES, INVESTIGACIONES, CONGRESOS, SEMINARIOS, COLABORACIONES ACADÉMICAS, PONENCIAS DEL DUEÑO DE CASA

Artículos e Investigaciones:

2010-2012: Colaborador frecuente en temas de educación en www.elquintopoder.cl

2010: “Pensamiento e investigación educativa en Chile: Tránsito histórico hasta mediados del siglo XX”. En www.critica.cl   artículo del día 09 de septiembre.

2010: “La llegada de colonos suizos a la comuna de Ercilla desde la mirada de sus descendientes”. En www.critica.cl  Artículo del día 26 de julio.

 2010: “Antón Pávlovich Chéjov”. En www.librosdementira.com Artículo del día  19 de julio.

2010: “Raymond Carver: “¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?””. En www.librosdementira.com. Artículo del día 21 de junio.

2006: “La Revolución   Cubana desde la visión de Salvador Allende Gossens: análisis de discursos del ex-presidente chileno en el contexto de Guerra Fría”. En Revista Historia de América, Instituto Panamericano de de Geografía e Historia, Organización de Estados Americanos (OEA),  número 135, julio-diciembre 2004, 2006. ISSN 0034-8325

2004: «Días en el Garden State: La obra de Rick Moody es una certera radiografía a la indolencia, enajenación y soledad de una generación estadounidense». Revista Tambor Nº 11, Enero-febrero de 2004.

 2004: «De reyes y planetas de Ethan Canin: La hazaña de lo cotidiano». Revista Tambor Nº 12, Abril-mayo de 2004.

 2004: «Humillados y ofendidos: La ignominia y su impunidad, según Fedor Dostoievsky». Revista Tambor Nº 13, Agosto-septiembre.

 2004: «A sangre fría de Truman Capote: La irónica mirada a un crimen». Revista Tambor  Nº 14, Octubre-noviembre de 2004.

 2004: «Los Profesores como Intelectuales Transformativos de Henry A. Giroux: una pequeña reflexión del Rol Docente«.  En www.sepiensa.cl  Artículo del día 28 de Octubre 2004.  Incluido en la sección de los cinco trabajos más leídos.

2003: «La relación de Latinoamérica y los Estados Unidos desde la visión de Salvador Allende Gossens». En Cuadernos de historia contemporánea. Universidad Complutense, Madrid, Nº 25, año 2003. ISSN 0214-400-X.

 Libros e investigaciones:

 2005: Coautor: Ercilla 120: Contemos una historia, soñemos un futuro. Gobierno de Chile, Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes FONDART. Historia oral de la comuna de Ercilla, proyecto FONDART año 2004, Taller de ediciones Lom, Santiago, 2005.

Ponencias

 2012: “Historia y un nuevo marco curricular”.“Reflexiones pedagógicas progresistas, desafíos 2012”. La Florida. Santiago.

 1998: “La religiosidad popular como elemento de Identidad”. X jornada nacional de estudiantes de Historia. Universidad de la Frontera. Temuco.

 1997: “La visión del adversario en la correspondencia entre San Martín y O’Higgins”. Jornadas sanmartinianas. Provincia de Mendoza. Argentina.

LA IGNOMINIA Y SU IMPUNIDAD SEGÚN FEDOR DOSTOIEVSKY (“HUMILLADOS Y OFENDIDOS”).

«Confianzudamente sigo parasitando de mis antiguos comentarios publicados en la extinta revista Tambor«
He de confesar que siempre han sido de mi gusto, las novelas que representan la miseria humana de distintas maneras y en diversas épocas. Es así como los conflictos emocionales, sicológicos e, incluso, económicos que sufren las personas y las sociedades, producen en mi un morboso placer, ya que de alguna forma interpretan algo de la angustia, desarraigo, frustraciones, humillaciones y otras desventuras que muchos, seguramente, hemos sentido en algún momento.
 Asimismo, los personajes que son pisoteados por el peso de un sino, de una política general, de la sociedad o simplemente, por la infamia residente en el alma de un particular, y que logran sobreponerse a tan nefasto designio, claramente han merecido mis loas. De tal forma, sé a que atenerme al leer una obra cuyo tópico sea el mencionado, o mejor dicho lo sé hasta que me enfrento a Fedor Dostoievsky y, especialmente, a su “Humillados y ofendidos”.
 En ésta (la primera gran novela de Dostoievsky) Vania, un promisorio escritor, se ve en medio de una tormenta, cuyas fuerzas primigenias residen en la humillación e ignominia que sufre su padre adoptivo, Nikolai, en manos del químicamente maligno príncipe Valkovski quién lo demanda y estafa. Además el hijo de este último (Alioscha un perfecto timorato) roba el amor de la hija de Nikolai: Natascha, quién, junto con sufrir a causa de la confusión sentimental de su amado y la negativa del príncipe a esa adhesión, es la adoración de Vania. El joven escritor se enfrenta ardorosamente a estas fuerzas negativas con un empuje que conmueve, pero que a pesar de todo parece no bastar.
 En este torbellino de personajes y situaciones que marea y asquea, Dostoievsky plasma las pasiones más bajas del ser humano, que no parecen tener contrapeso, y lo mejor (como el orgullo bien llevado y la defensa del honor) que penosamente no terminan redimiendo todo el mal causado.
 Dostoievsky nos enrostra la mentira que envuelven las novelas cotidianas heroicas cuyos finales de una u otra forma terminan confortando al lector con la vana esperanza de un mundo mejor. La justicia como valor en Dostoievsky es restringida, la ganancia se presenta difusa por la cadena de desgracias precedentes. De esta forma, Vania ejemplifica el héroe en su máxima expresión, sufrimiento extremo versus logros difusos, pierde en todo: amor, dinero, honor, etc. y el consuelo ni siquiera significa la justicia común, sino que su ganancia es el bálsamo de la tranquilidad final que otorga la tarea cumplida (lucha) con lo que hay que confortarse.
 Dostoievsky, jugando con situaciones que pueden ser cotidianas, para provocar más impacto, añade casualidades infaustas a la novela como el encuentro de Vania con Nelly (huérfana cuya madre fue abandonada por Valkovsky) a quién protege, quiere y que termina acabada por el peso de las penalidades sufridas por el entorno y ella misma. La frustración a estas alturas es máxima.
 Da miedo pensar que situaciones cotidianas muchas veces nos entregan realidades tan patéticas que sacan a relucir la valentía de seres humanos “notables” que no son retribuidos en su justa medida por las penalidades sufridas. Es aquí donde con mayor ímpetu recomiendo a Dostoievsky, él nos dice fundamentadamente: puede ser peor.

EL EMPERADOR DEL AIRE DE ETHAN CANIN: EPIFANÍAS DE ALTURA

Leí el “Emperador del aire” ya hace varios años  y debo confesar que me produjo una positiva contradicción. Por un lado mi inclinación  a leer novelas y cuentos que latamente ponían sobre el tapete todas las patologías psicosociales que son patentes en la sociedad norteamericana desde ya hace tiempo, pero que de alguna manera son reflejadas de manera potente por una camada de brillantes autores de fines de los 90 y 2000 como Moody, Foster Wallace, Palahniuk  o Eggers que por medio de una brillante pluma  angustiaban y presentaban el lado oscuro  de dicha sociedad de principio a fin en sus obras me producía placer. Por otro lado,   un escritor  contemporáneo a los nominados anteriormente como Ethan Canin que proponiendo una serie de cuentos (y novelas como “De reyes y planetas”[1]) que radiografiaban fielmente dichas patologías de los suburbios estadounidenses de alguna manera presentaba algún punto de inflexión, una suerte de epifanía que terminaba consolando o planteando tregua entre las personas y sus fantasmas personales, me llamaba positivamente la atención.

El “Emperador del aire” está compuesto por ocho relatos que nos enrostran la épica posmoderna que significa sobrevivir a las particularidades de la convivencia propia de la sociedad gringa, en este caso de un segmento específico ubicado en sectores demarcados de las ciudades estadounidenses y en que el  nombre de la obra que titula el primer cuento, y que se refiere a un añoso árbol,  también denota de alguna manera lo significativo de  la figura del padre en la vida de los protagonistas de los cuentos y la importancia a la que le atribuye Canin.

En el cuento “El emperador del aire” el conflicto del longevo protagonista  con un vecino por la permanencia de un señero olmo permite la introspectiva visita de  la propia vida de un profesor de ciencias. Las estrellas, la altura de un árbol, su vista panorámica y el recuerdo del padre conforman un relato conmovedor sobre la soledad propia de quien ya no ve el mundo como propio, lo que permite el cuestionamiento de la “rutina” propia de la vida de la clase media a pesar de su aparente movilidad. En “El año en que llegamos a conocernos” Canin nos relata la relación distante entre padre e hijo que a través de los intentos de la esposa y madre por acercarlos se descubre una verdad remecedora para el hijo relativa a la vida oculta de su indolente progenitor. Es probable que dicha revelación haya traspasado la insensibilidad que Denny (el hijo) demuestra a su propia esposa, este finalmente recibe la sentencia (¿virtuosa?) de su golfista padre: El conocerse entre ellos no es importante, “el hijo se transformará en su padre”. “Mentiras” corresponde a una historia en que el hijo se rebela y es capaz de quemar puentes. El reconocimiento del amor verdadero a través  de un encuentro juvenil permite dejar atrás familia y trabajo de la manera en que la voluntad propia no hubiese permitido, como para comenzar una “road movie”. “Donde nos encontramos”  nos muestra los sueños truncados por la vida rutinaria y el no cumplimiento de expectativas juveniles que llevan a un profesor a seguir la farsa de buscar un mejor hogar por parte de su esposa. Soñando logra dar sentido a su vida en pareja.  “Somos viajeros nocturnos” El invierno de la vida de un vendedor viajero lo lleva a cuestionarse el amor por su mujer de siempre, la farsa de un enamorado oculto de su esposa trata de inyectar emoción a la comatosa relación en la que se convierten “pequeñas diferencias en martirios y… pasiones en tolerancia”. La lectura de poesía humaniza al protagonista y lo hace tratar de sentirse vivo a pesar de tener a cuestas un cuerpo decadente. El inusual paseo en condiciones climáticas adversas por parte de la pareja produce la epifanía, la pasión añosa, el beso maduro (muy). En “Memoria tonal” la cleptómana madre de una camarera trata de “encausar” a la sazón tradicional a su hija a través de ejemplos de “grandes mujeres” de la historia. Conductas acentuadas por la muerte del padre teñidas por los tonos de las canciones rechazadas por la hija y las de los sonidos cotidianos que si le dan sentido, permiten que finalmente sea la madre la rescatada y los tonos tengan coherencia dentro de su arcano. En “El forzudo de la feria, comprador de diamantes” Myron vive el peso de la vida con su rudo padre quien con su fortaleza de espíritu y física siempre lo apabulló a pesar de querer aleccionarlo. En el encuentro final, cuando Myron decide dejar medicina, los brazos rodeando el cuello del hijo y casi asfixiándolo, dan cuenta del triunfo final del padre. Finalmente debe continuar bajo su sombra, es así definitivamente su vida. “Comestible estrella”  es la historia de   Dade  quien vivencia en forma patente el conflicto que se presenta entre sus padres respecto de su futuro. Una madre soñadora que vela por grandeza ulterior del hijo v/s su padre concreto, que se cimenta en el presente y que ve en Dade el continuador de su legado en el negocio “comestible estrella”. Una enimágtica mujer que de tanto en tanto roba en el local zanja la disputa en conjunto con la observación diaria desde el techo de la tienda siempre en una dirección. Dade evade las dos posturas.

A fin de cuentas historias simples, cruzadas por los conflictos diarios, usuales y traumáticos que son sobrellevados tanto por espíritus frágiles como fuertes, que se apropian de momentos de iluminación que de tanto en tanto pueden pasar frente a nosotros y  nuestro talento debería estar en reconocerlos. Si la literatura es una «segunda realidad» como propone Juan Villoro, me gusta  la idea de que no todo tiene que terminar mal. Canin bellamente nos ilustra aquello.


[1] Ethan Canin: De reyes y planetas. Emecé. 2000. Argentina.

A 50 años de «La Naranja Mecánica» de Anthony Burgess: La violencia retratada en una bolche novela.

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Esta obra, en que el tema de la violencia presenta diversas posibilidades de análisis, nos enrostra nuestra propia disociación amor-odio.

– ¿Y ahora que pasa, eh?. Hace poco la película basada en “La Naranja Mecánica” de Anthony Burgess fue transmitida en televisión abierta. Un alumno la vio y me pregunto mi opinión respecto a ella (no voy a ahondar en mi respuesta), dicha interpelación me hizo revisitar una vieja opinión respecto de esta obra literaria.

– ¿Y ahora que pasa, eh?. Considerando que la violencia, generalmente, posee una connotación negativa (especialmente en una sociedad como la chilena, cuyo impacto mediático es diario), curioso resulta el análisis de “La naranja mecánica” de Anthony Burgess, obra que, en principio, la exalta estéticamente. La historia del joven-nadsat Alex de una u otra forma la hemos incorporado a nuestro imaginario, ya sea a través de la lectura o a través de la puesta en escena de Stanley Kubrick (que en gran medida terminó frustrando a Burgess por la mayor repercusión que tuvo en detrimento de su novela), historia que para algunos es el icono de una “apología a la violencia”.

– ¿Y ahora que pasa, eh?. “La naranja mecánica” relata la historia de Alex, un adolescente (“nadsat”) que a su corta edad (aproximadamente dieciséis) y con su grupo de amigos (drugos) gustan de la violencia como norte a seguir, manifestándose en salidas nocturnas en que la mezcla de vértigo, drogas, sexo y peleas (ultraviolencia) son la tónica. Pero Alex además mezcla esas conductas con un amor sincero por la música clásica (Mozart, Bach y sobre todo el gran Beethoven) y por el lenguaje (nadsat, mezcla de inglés con algunas palabras de raíz rusa), lo que le entrega una particular forma de enfrentar su vida personal, familiar y social. A raíz de una salida es detenido y sometido a un experimento que lo castra sicológicamente para el ejercicio de cualquier conducta violenta, momento en que su naturaleza humana se ve truncada y entregada a una sociedad no preparada para ello, sino más bien para la venganza. Finalmente su humanidad vuelve (me refiero a su naturaleza violenta) y se enfrenta al problema de su propia madurez, proceso fisiológico que termina aceptando y entregándole paz.

– ¿Y ahora que pasa, eh?. Veamos algunas claves para entender esta novela. Primero: la crítica a las medidas represivas de las sociedades modernas, la rehabilitación real y la inserción social de un delincuente no son prioridades, por último, antes de rehabilitar dichas “soluciones” pretenden deshumanizar a los delincuentes transformándolos en objetos de relojería (¿Burgess habrá leído a Folcault?). En segundo lugar el manejo político propagandístico del problema de la violencia es descarnadamente presentado, desde todas las posiciones se presenta a Alex como consecuencia del manejo de la otra (en Chile desde principios de los 90s el tema es suculento). Tercero: Interesante es el tema de género, curiosamente en la novela las mujeres son en su totalidad víctimas, no tienen cabida en la acción o manifestación de la violencia, sino más bien son su blanco. El tema de la familia también es una clave, claramente lo timorata de la conducta de los padres de Alex puede ser la causa de sus conductas, o mínimo las fomenta.

– ¿Y ahora que pasa, eh?. Es interesante contrastar dos miradas respecto del mismo tema como son la de Kubrick y Burgess. El primero representa la novela cercenando el capítulo veintiuno escrito por el segundo, presentando a Alex como sanado del experimento del Ludovico cuando vuelve a tomar la violencia como su camino a recorrer, la película termina con el sueño de nuestro pequeño nadsat en que realiza el viejo «uno dos – uno dos» (sexo) con violencia a una muchacha y señala: “Sí, yo estaba curado”. De esta manera el director plantea que la naturaleza del ser humano es esencialmente violenta y finalmente no podemos luchar contra eso. En el caso de Burgess, la mirada es distinta, nos presenta un amor juvenil a la violencia, como parte del crecimiento propio del humano, pero que de una u otra forma termina acotándose al momento en que la madurez, el proceso que debería ser propio de un devenir sano de la condición de nuestra especie, llega. En el caso de Alex, comienza a sentir estímulos absolutamente novedosos (gatillados por el encuentro con un ex -drugo), casarse, formar una familia y vivir tranquilamente pasan a ser el nuevo norte al que nuestro protagonista quiere apuntar. Todo relatado en el capítulo “veintiuno”, cuyo número sería símbolo de la edad en que asumiríamos todos nuestros derechos y deberes. En este caso termina la disociación permanente de nuestro protagonista entre los polos de amor y odio, siendo por último la posibilidad de la elección equilibrada la que termina entregándole la esperanza de una vida tranquila y feliz.

– ¿Y ahora que pasa, eh?. La naranja mecánica es una novela que perturba, existen numerosos enfoques desde donde analizarla, finalmente la dicotomía: obra “transgresora – moralizante” es la que más me complica.